18.9.09

Para acallar la lujuria

Ayer salí a la calle, de verdad no me apetecía estar encerrada en casa.
Me puse mi disfraz y más pronto que chaz tenía una víctima.
¿cómo lo hice?

Me calcé de zapatillas y maquillé mi rostro como el de una bailarina exótica. Salí de mi choza y me dirigí al centro contoneando las caderas, mostrando mis atributos entre el ir y venir de mi caminar. Pronto una mirada me seguía e inicié el juego, una mirada para él, una para el suelo, una sornrisa tímida a él, y luego el suelo.
Él se lanzo al ataque, ¡pobrecito animal, creyó que yo era la presa!.
En poco tiempo nuestros brazos estaban fundidos en un largo beso, nuestros labios estaban olfateando el exquisito olor a intimidad y nuestro olfato lamiendo cada pliegue de piel.

"¡Dame más duro!" gritaba yo, poseída por el demonio de la lujuria.
¡Zaz! una cachetada para él; ¡Pum! una nalgada para el.

Mis piernas gritaban mi segundo orgasmo y mis labios se tensaban de placer.

- ¿Terminaste?
- Aún no.
- Qué lástima porque yo si. Te vistes y te vas.

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