17.2.11

La entrada cien

Hoy me siento muy contenta por que esta es mi entrada número cien, y también me siento nerviosa porque quiero que cada ciento sea especial, pero no sé qué compartir:
podría poner una canción que formó parte del soundtrack del día de hoy en el hostal











Podría contar la historia de una calurosa tarde de sábado en la ciudad de Guadalajara cuando dos personajes fuera de lo común se encontraron en una habitación poco convencional para cantar canciones al son de una guitarra. Podría también decir que esa tarde fue, para uno de los personajes, la mejor tarde que pudo haber vivido en años.


Pudiera platicarles la historia de un joven pintor que luchó contra viento y marea con tal de dar a conocer su arte, que dejó todo en sus obras. Que arriesgó todo por el arte. Llegó el moento en que no le quedaba nada más lienzos que pintar ni más pintura que usar pero aún tenía muchas cosas que contar y cuando eso sucedió...


Puedo mostrarles fotografías de lo que ha sido mi vida en estos últimos meses, puedo narrar todas las cosas que pasan en la galería, puedo contarles de un amor inexistente, de mi nueva hermana húngara... Puedo hacer y decir muchas cosas para que esta entrada de blog sea especial.
¿Ya se dieron cuenta que es la primera vez que les hablo a ustedes?
La entrada cien va bien, pero podría ir mejor.
Lectores (ah qué dificil usar esa palabra, ¿habrá alguien que lea?), los invito a hacer más especial la entrada cien.

Ausente

Después de haber leído ese libro me quedé en un momento de stand by. Retomaré el contacto con mis propios sentimientos. Mañana prometo hacer algo.

13.2.11

Irving Stone

Hacía más de un año que un libro no me hacía llorar. Hoy terminé de leer 'Anhelo de vivir' de Irving Stone y me ha puesto meláncolica toda la tarde.
A caso pasará mi propia vida sin ver yo misma su resplandor?

12.2.11

Suspiro

Quisiera ser el pensamiento de un suspiro y que me pensaras una vez al día para poder acariciar tus labios por un segundo.

11.2.11

n

No quiero que esto termine
Le tengo tanto amor a todo y a todos que me duelen las víceras de tanto amor.
Espero que todo  vaya a mejor.
Por hoy me voy despidiendo de las nuevas amistades
de las nuevas compañías,
de ti.

10.2.11

Intestinos

Me duelen los intestinos cuando la gente es mala conmigo. ¿Tendré que comenzar a hacerle caso a mi madre?
Ella dice que 'Nadie merece nada' mi papá dice que 'Dios no se queda con el trabajo de nadie... ¿qué hacer?
Por lo pronto voy a sacar mis intestinos para darles una sobada... me duelen mucho

7.2.11

Hipotesis

¿Para qué hablar de oportunidades hipotéticas?
Yo no necesito charlas, calla, ya no digas nada más.
Si no es para regalarme caricias con los labios
entonces no, no los uses.
Si no es para decirme palabras tiernas al oído,
entonces no hables.
Si me vas a abrazar
no uses las manos.
Si tus ojos no me van a ver tiernamente
entonces, no quiero verlos.

5.2.11

Todavía me despierto creyendo que estoy en mi casa. Algunas noches, cuando los sueños malos me atrapan, despierto como cuando tenía siete años, llorando y buscando a mi madre. Ahora mi madre está lejos y estoy a dieciseis años de distancia de aquello.  Otros días regreso cansada de mi trabajo. Debo confesar que no es un trabajo que requiera de un esfuerzo físico desgastante, pero el trato con el ser humano siempre agota el pensamiento. Cuando sucede que llego cansada, deseo fuertemente uno de esos masajes de cabeza que mi papá me regalaba, me acuerdo que me sentaba a sus pies y él me hacñia descansar. ¡Estoy a tantos años de eso!
Me acuerdo de los domingos después de la iglesia, cuando mi papá iba a buscar carnitas, mi mamá corría a la tienda a comprar bolillo caliente, unos tomates, aguacates, crema y queso, después preparaba unas ricas tortas que comíamos los seis juntos. Pasábamos la tarde viendo peículas.
A veces extraño mucho eso.

4.2.11

,

Hoy no hay una nueva aportación al blog. La mente de este ser humano común se ha bloqueado y ha dejado de emitir destellos de conciencia y lucidez.
Hasta la próxima vez.

3.2.11

La Vida Es Mas Compleja de lo Que Parece




Hoy las palabras se me agotaron porque hablé mucho, mucho. Dije todo lo que quería y sentía y lo malo es que no me siento mejor. Las palabras se fueron y por esta noche, me quedé vacía.

Dejo acá a Jorge Drexler que fue la selección musical de hoy.

2.2.11

Ring.

Todo da vueltas. Me duele la cabeza. Necesito aire, aire fresco. Salgo corriendo a la calle por un poco de libertad. Todo mundo está preso, las paredes se estrechan y yo me voy quedando sin respirar. Corro rápido, intento huir lejos. Las calles frente a mi se ven anchas pero mientras avanzo se van cerrando detrás de mi. Esta presión me va a matar.

¡Ring!

Suena el despertador.

1.2.11

Ganas

Tengo ganas de hacer el amor
Tengo ganas de hacerlo con cariño
con suavidad, con ternura
con mil besos esparcidos en la piel
con dos manos que parezcan mil
con unos ojos entrecerrándose de placer.

Tengo ganas de hacer el amor.
Tengo ganas de hacerlo por caridad
por regalarle a alguien un momento de felicidad
Quiero hacerlo con dignidad
que esté plagado de toda mi humanidad
que mis sentidos estén a flor de piel.

Tengo ganas de hacerlo salvajemente
a la velocidad del galope de un cuerpo sobre otro
con las uñas amenazando la piel
con los dientes apretando suavemente
con los dedos enmarañados entre los cabellos.

Tengo ganas de ser el aliento en un oído,
de ser la lengua que recorre una piel
de ser los dedos entrando en una boca
de ser los miembros uno dentro del otro

Tengo ganas de ser el amor.

De la infancia

¿Por qué no somos niños de nuevo?

Me acuerdo que cuando tenía ocho años a mi papá le entró la gana de convertirse al cristianismo. Fue una buena época para nosotros porque realmente tuvimos un cambio favorable en la vida de familia. Mi papá nos llevaba cada domingo a la iglesia y yo realmente lo disfrutaba, sobre todo porque cuando salíamos, siempre había comida con mucha carne y refresco. Me acuerdo también del primer cambio de iglesia. Cerca de la casa había un lugar en donde podíamos acudir al culto y mi papá decidió que era lo mejor para acortar gastos. El primer domingo me pasaron a la escuela dominical para niños, me senté en una mesa junto a la ventana y ahí, junto a mi, había dos niños más Fernando y Daniel. Fue la primera vez que decidí cambiar el nombre que usaba, a partir de ahí he sido Rosalba por decisión, ya que antes, usaba mi primer nombre, Amada, por imposición. Con ellos pasé el resto de mi infancia. Cada domingo nos veíamos y después del culto, salíamos corriendo a buscar qué dulces comer, después íbamos a casa de alguno (bueno, nuestros papás nos llevaban) y las tardes se nos iban volando. Unos meses después, me corrieron del colegio en el que iba y empecé a acudir a la escuela pública de la colonia, en donde éstos dos personajes fueron mis compañeros. Con Daniel entablé una linda relación, más que con Fernando. Los fines de semana en la noche, mis papás nos llevaban a cenar hamburguesas en su casa y siempre nos quedábamos hasta que terminaban de vender, después les ayudaba a lavar trastes o fregar el piso, pero hasta eso lo disfrutábamos, éramos niños, éramos muy felices.
Por esos tiempos aún nos dejaban dormir juntos. Recuerdo que nos gustaba molestar a su hermanito porque temblaba cada que contábamos historias de terror o escuchábamos 'La mano peluda' en su habitación. Sus papás pasaban mucho tiempo de su noche intentando hacer que durmieramos, cada veinte minutos decíamos 'ahora sí ya vamos a dormir' y no cumplíamos.
Cuando entramos a la secundaria se acabaron esas noches, ya no nos fue posible dormir en la misma habitación puesto que yo ya era una señorita y el un jovencito y no era propio. Aún así, nos veíamos siempre que podíamos en la escuela y algunas veces, por las noches, me iba a visitar a mi casa con otro amigo suyo. Teníamos grandes pláticas, él era mi confidente, le contaba todo.
Me gustaba cuando iba en la noche porque implicaba un cambio en mi rutina diaria y además me acompañaba a la tienda a comprar la leche, siempre era bueno tener con quien platicar mientras esperaba que me atendieranb, además, de noche en la tienda del güero siempre había mucha gente.Cuando daban las once de la noche mis papás me llamaban adentro y nos teníamos que despedir.
Eran buenos esos tiempos.
Cuando terminamos la secundaria, las cosas empezaron a cambiar, ingresamos a diferentes escuelas y mi papá decidió cambiar de iglesia, así que ya no nos veíamos ni los domingos. Algunas veces yo iba a buscarlo en la noche, pero como él era el mayor de sus hermanos tenía que ayudar más en el negocio de la familia y no teníamos tiempo de platicar.
La comunicación entre nosotros se perdió poco a poco, hasta que un día, sin darnos cuenta, había transcurrido más de un año sin vernos ni hablarnos, aún viviendo a una cuadra.
Hoy me arrepiento de eso. A estas alturas, después de más de diez años de habernos conocido, casi no podemos habñar porque nuestros tiempos no se acomodan. Vivo en otra ciudad, él tiene mil actividades que hacer y yo realmente extraño su compañía. ¡Era tan bueno ser niños!