5.2.11

Todavía me despierto creyendo que estoy en mi casa. Algunas noches, cuando los sueños malos me atrapan, despierto como cuando tenía siete años, llorando y buscando a mi madre. Ahora mi madre está lejos y estoy a dieciseis años de distancia de aquello.  Otros días regreso cansada de mi trabajo. Debo confesar que no es un trabajo que requiera de un esfuerzo físico desgastante, pero el trato con el ser humano siempre agota el pensamiento. Cuando sucede que llego cansada, deseo fuertemente uno de esos masajes de cabeza que mi papá me regalaba, me acuerdo que me sentaba a sus pies y él me hacñia descansar. ¡Estoy a tantos años de eso!
Me acuerdo de los domingos después de la iglesia, cuando mi papá iba a buscar carnitas, mi mamá corría a la tienda a comprar bolillo caliente, unos tomates, aguacates, crema y queso, después preparaba unas ricas tortas que comíamos los seis juntos. Pasábamos la tarde viendo peículas.
A veces extraño mucho eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario